Miércoles, 25 de marzo de 2015
Dimas E. Villarreal P.
- Ciudad de Panamá, (Panamá)
Psicología
Psicología
Sentado en la sala de espera de un colegio, para observar un estudiante en su aula de clases, escucho esta conversación:
Secretaria “ese niño es como medio retrasado”
Maestra “el psicólogo dijo que su inteligencia es baja, además en el salón no hace nada… ni copia”.
Secretaria “es que se nota”.
Idiotismo, oligofrénicos, bruto, lento aprendizaje, entre otras etiquetas que se han utilizado a través de los años para describir a los chicos y chicas con esta particularidad. En la versión anterior del Manual de Diagnósticos Estadísticos de los Trastornos Mentales texto revisado, se utilizaba el término “Retraso Mental”, ahora en la versión 5 a partir del 2013 se denomina “discapacidad intelectual” o “trastorno del desarrollo intelectual”.
Las versiones anteriores de este manual y la actualizada, detallan muy claramente que para poder diagnosticar a un niño(a), adolescente o adulto con discapacidad intelectual, debe cumplir con tres criterios indispensables:
Escala de gravedad de la Discapacidad Intelectual:
Muchas son las investigaciones que se realizan, para conocer las causas, dentro de las más significativas, podemos conocer: uso de drogas durante el embarazo, intentos de aborto, complicaciones durante el parto, baja alimentación, genéticos, entre otras.
¿Qué podemos hacer?
Finalmente, el apoyo de los padres, madres y miembros de la dinámica familiar es indispensable durante el desarrollo de estos niños, niñas y adolescente. Así y con nuestra ayuda ellos podrán convivir con su ambiente social y asumir responsabilidades propias de la vida cotidiana; logrando el desarrollo de su autonomía, sus capacidades y habilidades personales, para una calidad de vida adecuada en su presente y futuro.
Escrito por: Dimas E. Villarreal P. - Psicólogo Clínico de niños y adolescentes
email: info@psicdv.com
twitter: @psicdv.com
Secretaria “ese niño es como medio retrasado”
Maestra “el psicólogo dijo que su inteligencia es baja, además en el salón no hace nada… ni copia”.
Secretaria “es que se nota”.
Idiotismo, oligofrénicos, bruto, lento aprendizaje, entre otras etiquetas que se han utilizado a través de los años para describir a los chicos y chicas con esta particularidad. En la versión anterior del Manual de Diagnósticos Estadísticos de los Trastornos Mentales texto revisado, se utilizaba el término “Retraso Mental”, ahora en la versión 5 a partir del 2013 se denomina “discapacidad intelectual” o “trastorno del desarrollo intelectual”.
“Recordemos, un niño es más que un coeficiente Intelectual”.
Las versiones anteriores de este manual y la actualizada, detallan muy claramente que para poder diagnosticar a un niño(a), adolescente o adulto con discapacidad intelectual, debe cumplir con tres criterios indispensables:
- Dificultades en la capacidad de razonamiento, resolución de problemas, juicio, entre otras funciones intelectuales, argumentadas por una evaluación clínica y test de inteligencia.
- En ocasiones se les hace difícil cumplir con los parámetros sociales, culturales para la autonomía personal y responsabilidad social.
- Estas deficiencias inician durante el desarrollo.
Escala de gravedad de la Discapacidad Intelectual:
- Leve: poseen un coeficiente intelectual de 69 a 50. En la edad escolar se observan dificultades en el aprendizaje de aptitudes académicas relativas a la lecto-escritura y matemática. Pueden ser tercos como forma de reaccionar a su limitada capacidad de análisis y razonamiento. En algunos casos se dejan llevar por la presión de grupo.
- Moderado: el rango del coeficiente intelectual es de 49 a 35. Las dificultades se observan en comparación a los chicos de su edad. El progreso de sus habilidades académicas se nota poco a poco. Presentan movimientos involuntarios de su cuerpo y pueden aparecer rabietas. Les gusta reclamar la atención y afectos de los adultos.
- Grave: el Coeficiente Intelectual está dentro del intervalo de 34 a 20, presentan dificultades, para comprender el lenguaje escrito y hablado, los padres y maestros deben proporcionar un grado de apoyo en la resolución de conflictos durante la vida cotidiana. En los aspectos conductuales presentan crisis de cóleras y por su falta de razonamiento, pueden llegar ha autolesionarse.
- Profundo: su coeficiente intelectual es menor de 20, sus habilidades implican el mundo físico más que procesos simbólicos, sus aprendizajes se basan más en el cuidado de si mismo y desarrollo de habilidades. Son casos muy reducidos y por lo general son acompañados de otros trastornos o síndromes, en muchas ocasiones orgánicos.
Muchas son las investigaciones que se realizan, para conocer las causas, dentro de las más significativas, podemos conocer: uso de drogas durante el embarazo, intentos de aborto, complicaciones durante el parto, baja alimentación, genéticos, entre otras.
¿Qué podemos hacer?
- Recibir estimulación temprana desde los primeros años.
- Brindar las herramientas adecuadas, para que puedan integrarse a las normas sociales, culturales y morales.
- El sistema educativo debe brindar el apoyo dentro del programa de necesidades educativas especiales y/o discapacidad.
- Los tutores son una alternativa muy viable en este proceso.
- Cursos o actividades de artes, música y bailes.
- Los objetivos de los tratamientos se concentrarán en las áreas: motora, cognitiva, lenguaje y socio-personal.
- Reforzar la convivencia y habilidades sociales.
Finalmente, el apoyo de los padres, madres y miembros de la dinámica familiar es indispensable durante el desarrollo de estos niños, niñas y adolescente. Así y con nuestra ayuda ellos podrán convivir con su ambiente social y asumir responsabilidades propias de la vida cotidiana; logrando el desarrollo de su autonomía, sus capacidades y habilidades personales, para una calidad de vida adecuada en su presente y futuro.
Escrito por: Dimas E. Villarreal P. - Psicólogo Clínico de niños y adolescentes
email: info@psicdv.com
twitter: @psicdv.com