Viernes, 06 de junio de 2014
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Psicología
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Todos necesitamos ciertas dosis de presión en nuestras vidas, y eso no tiene nada de tóxico. Pero cuando la presión o los estímulos recibidos son muchos de repente o poco pero prolongados durante mucho tiempo, o la combinación de ambos, se produce un desequilibrio y sobreviene el estrés.
Un estímulo estresante puede ser desde tener que presentarse a un exámen hasta tener que hacerse cargo de la familia por la muerte de un ser querido o vivir durante años con una pareja que no nos habla, etcétera.
Dependerá entonces del tiempo y de la intensidad con que se viva.
"Vivir un momento estresante" no es lo mismo que "vivir estresado". Lo primero es normal, inesperado y generado por el ambiente, mientras que lo segundo, vivir estresado, es tóxico, buscado y generado por nosotros mismos porque se ha convertido en un hábito y "no sabemos" vivir de otra manera.
El estrés surge cuando hay excesivas demandas exteriores y tu organismo no alcanza hacerles frente. Es una presión, una tensión física o mental que rompe tu equilibrio.
Entonces, cada vez que tu cuerpo recibe un estímulo del exterior se activan dos hormonas: la adrenalina y el cortisol.
La adrenalina te proveee de energía y fuerza que elevan tu nivel de excitación, de deseo y de entusiasmo y agudiza tu visión. Cuando una persona guarda durante meses ira, rencor, cuando soporta maltratos durante años y sus heridas se acumulan, la adrenalina se activa en dosis grandes y frecuentes, y actúa como un veneno.
Y el cortisol, a pesar de ser una hormona buena, cuando se eleva excesivamente el nivel de azúcar en la sangre, puede hacerte que aumentes de peso y tus huesos pierdan calcio, magnesio y potasio.
Las personas que han experimentado muchas presiones a lo largo de su vida pueden hacerse adictas a la adrenalina y sus cuerpos la generan naturalmente. Se identifican por su violencia, necesitan sentir presión, práctican deportes de riesgo y siempre están en busca de peleas.
Esto explica que alguien que durante años sufrió conflictos de pareja, un padre violento o una madre depresiva, nunca logre relajarse por completo y busque permanentemente un motivo de discución, porque su cuerpo pide adrenalina.
Todos reaccionamos a los estímulos de manera diferente y dependerá de cómo interprete cada uno lo que le ocurre en la vida. Pequeñas actitudes te pueden llevar a grandes cambios. Salir de la toxicidad de la ansiedad y el estrés está totalmente a tu alcance.
A continuación, te ofrecemos algunas estrategias y formas prácticas para reducir el estrés y liberarte de la ansiedad:
Todo comienza en tu interior. Si estás en paz contigo mismo nada te moverá de tu sitio.
Un estímulo estresante puede ser desde tener que presentarse a un exámen hasta tener que hacerse cargo de la familia por la muerte de un ser querido o vivir durante años con una pareja que no nos habla, etcétera.
Dependerá entonces del tiempo y de la intensidad con que se viva.
"Vivir un momento estresante" no es lo mismo que "vivir estresado". Lo primero es normal, inesperado y generado por el ambiente, mientras que lo segundo, vivir estresado, es tóxico, buscado y generado por nosotros mismos porque se ha convertido en un hábito y "no sabemos" vivir de otra manera.
El estrés surge cuando hay excesivas demandas exteriores y tu organismo no alcanza hacerles frente. Es una presión, una tensión física o mental que rompe tu equilibrio.
Entonces, cada vez que tu cuerpo recibe un estímulo del exterior se activan dos hormonas: la adrenalina y el cortisol.
La adrenalina te proveee de energía y fuerza que elevan tu nivel de excitación, de deseo y de entusiasmo y agudiza tu visión. Cuando una persona guarda durante meses ira, rencor, cuando soporta maltratos durante años y sus heridas se acumulan, la adrenalina se activa en dosis grandes y frecuentes, y actúa como un veneno.
Y el cortisol, a pesar de ser una hormona buena, cuando se eleva excesivamente el nivel de azúcar en la sangre, puede hacerte que aumentes de peso y tus huesos pierdan calcio, magnesio y potasio.
Las personas que han experimentado muchas presiones a lo largo de su vida pueden hacerse adictas a la adrenalina y sus cuerpos la generan naturalmente. Se identifican por su violencia, necesitan sentir presión, práctican deportes de riesgo y siempre están en busca de peleas.
Esto explica que alguien que durante años sufrió conflictos de pareja, un padre violento o una madre depresiva, nunca logre relajarse por completo y busque permanentemente un motivo de discución, porque su cuerpo pide adrenalina.
Todos reaccionamos a los estímulos de manera diferente y dependerá de cómo interprete cada uno lo que le ocurre en la vida. Pequeñas actitudes te pueden llevar a grandes cambios. Salir de la toxicidad de la ansiedad y el estrés está totalmente a tu alcance.
A continuación, te ofrecemos algunas estrategias y formas prácticas para reducir el estrés y liberarte de la ansiedad:
- Comienza por detectar cuales son las fuentes de tu ansiedad.
- Piensa ahora en todas las cosas que te roban la paz y hoy mismo toma de decisión de abandonarlas.
- Adopta pautas que te permitan disfrutar de la vida y en calma.
- Haz todo lo posible por reducir o eliminar por completo todas aquellas cosas que te hacen sentir ansioso.
- Desarrolla nuevos hábitos que te ayuden a sentir paz en tu espíritu y tu alma y cuerpo.
- Llena tu vida de información útil, de datos que te enriquezcan.
- Aprende algo nuevo todos los días.
- Cuida la salud de tu cuerpo.
- Asegúrate de poder dormir bien y lo más sano posible.
- Incluye una rutina de actividad física de tres a cuatro veces por semana. Tu cuerpo te acompañará el resto de tu vida.
- Aléjate de las personas tóxicas, poniendo límites sanos.
- Acércate a gente con mentalidad positiva. Las personas exitosas que piensan, hablan y actúan en positivo, transmiten paz, entusiamo, alegría. Búscalas, obsérvalas, aprende de ellas, comparte momentos. Esa clase de gente es la que añade valor a tu vida.
- Cambia tu enfoque.
- Crea el hábito de hablar en positivo. No basta sólo con hablar, es fundamental aprender a hacerlo en positivo. No es lo mismo decir "no corras" que " camina despacio". Este es el lenguaje positivo.
- Ríete un poco todos los días. La risa hace que cualquier carga sea más liviana, y está comprobada científicamente que produce grandes beneficios en el cerebro y el cuerpo.
- Espera siempre lo mejor. Créate este hábito. No te conformes con la mediocridad.
- Visualízate como una persona de éxito. Antes de que algo ocurra en tu vida primero debes verlo con los ojos de tu mente. La imaginación te fue otorgada para visualizarte como el hombre o la mujer que quieras ser. Alguien exitoso, seguro de sí mismo, optimista, positivo, feliz. Un persona que disfruta la vida al máximo y sabe como relajarse.
Todo comienza en tu interior. Si estás en paz contigo mismo nada te moverá de tu sitio.