Psicología
De qué hablamos y qué es lo que sentimos cuando decimos “tengo ansiedad”.
La palabra viene del latín anxietas, de anxius, “inquieto”.
Se trata, en efecto de un estado de inquietud, de inseguridad, de malestar difuso en los niveles físico y psíquico, de temor ante un peligro, supuesto o real y que sentimos que no podemos evitar.
Conviene distinguir la ansiedad de la angustia que es un estado más bien afectivo en el que no existen las alteraciones fisiológicas (hablamos a veces de dolor psicolóogico) que podemos observar en una crisis de ansiedad (sensación de ahogo, sudoración, aceleración del pulso...)
La ansiedad depende de los pensamientos, el ansioso no está nunca tranquilo, se inquieta por su situación, se pregunta si es capaz o si sabe lo bastante como para realizar la tarea que se le ha confiado y evita tomar decisiones por miedo a no ser capaz de realizarlas o llevarlas a cabo; si siente timidez, esta aparece como medio para adaptarse o conducta adaptativa destinada a evitar los efectos de la ansiedad, así vemos que la ansiedad reduce las capacidades de la persona en general.
La persona con ansiedad es difícil en la vida cotidiana porque desconfía también del comportamiento de los demás (de su mujer, de los niños, de los compañeros, etc...) dispensa consejos, recomendaciones, incluso súplicas a los que lo rodean.
La ansiedad es explicada y comprendida diferentemente según la escuela que analiza su patología, unas analizan su origen y manifestación desde el cuerpo y acentúan el papel que juega el sistema simpático y parasimpático.
Otras escuelas enfocando el nivel psíquico es decir emocional lo consideran como una frustración de la líbido o energía.
Nuestro enfoque tiene en cuenta ambos y esto dentro de un contexto ambiental que también los influencia.
La ansiedad puntúa una señal de peligro para la personalidad consciente, este toque de alerta moviliza sistemas de defensa que pueden instalarse en el comportamiento habitual como una tendencia adquirida, una “reacción condicionada de miedo”.
El grado de ansiedad vivido se mide con electromiografía, electroancefalografía o en respuesta a test de personalidad como el de J. Taylor y otros que permiten apreciar correctamente el nivel de ansiedad puntual.
Reducir el nivel de ansiedad con un buen tratamiento es posible.
Para que el tratamiento tenga éxito necesitamos conducir en paralelo los diferentes niveles de la personalidad y considerarla en su globalidad, así tendremos en cuenta la reducción de la tensión neuro-muscular aplicando una sencilla pero muy eficaz técnica dicha “estático-dinámica”, a la que añadimos, por supuesto, la resolución puntual del conflicto emocional que la origina.